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El calentamiento global, la mortalidad asociada a la mala calidad del aire, la relación entre enfermedad y ruido, el aumento de la obesidad...estas son algunas de las numerosos males que sufre la sociedad actual y que pueden ser combatidos utilizando métodos de transporte saludables y ecológicos como la bicicleta.
El hecho de que a estas alturas todavía deba defenderse el uso de la bicicleta como una opción de movilidad, demuestra que queda mucho por hacer en este ámbito. Hace muy poco celebrábamos el Día Sin Coches, una iniciativa de la Comisión Europea para promover el uso de los medios de transporte sostenibles. Sin embargo, estas fechas se quedan en eso, en días marcados en el calendario de forma puntual y es, sobre todo, porque en esta ciudad el ciclista todavía se encuentra con muchas dificultades para circular con facilidad y comodidad. Para ello, la bicicleta debe ocupar el lugar que merece, un espacio en exclusiva para ella que le permita convivir con coches y peatones en perfecta armonía.
Desde el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, del que soy miembro, entendemos que se trata de una situación a la que hay que dar solución. En nuestra opinión, lo primero que se debe hacer es un gran estudio de movilidad en la ciudad. Lo que no es de recibo es ir construyendo tramos de carril bici urbano de forma aislada, sin que se enmarque en un plan general. Desde nuestro punto de vista, el estudio debería contener, en primer lugar, un trabajo de campo, basado en encuestas, que ponga de manifiesto el tipo de viajes que se realizan en Valencia. Sólo desde este conocimiento se podrían conocer las necesidades de transporte que se tiene en esta ciudad y racionalizar la red actual, ya sea pública o privada.
Una vez tengamos claro el plan de movilidad de la ciudad, pensemos en cómo habilitar un espacio para ciclistas. Cuando se piensa en hacer uso de la bicicleta, uno de los principales miedos de su usuario es la seguridad. En una ciudad que no está acondicionada ni preparada para desplazarse en este vehículo, ir por según que zonas supone un verdadero riesgo para la integridad física. Sin ir más lejos y por poner un ejemplo claro, las zonas 30 de Valencia no están funcionando, ya que no es una velocidad adecuada para un coche y tampoco para una bicicleta o un peatón. En el centro histórico el modelo a seguir pasaría por carriles con limitación de velocidad a 10 km/h. No hay que olvidar que no se puede cortar el acceso a propietarios de aparcamientos, furgonetas de reparto, etc. Pero con ese límite de velocidad se podría lograr la convivencia entre coches, bicis y peatones.
Y cuando hablamos de otorgarle a la bicicleta el lugar que merece hablamos de algo más que construir carriles bici inconexos, algunas horquillas para aparcamiento y un servicio de alquiler de estos vehículos. La bicicleta debe tener un carril para su uso exclusivo. Un carril regulado por semáforos y separado físicamente del resto, de manera que ni el coche ni el viandante puedan invadirlo. Cuando se piensa, por tanto, en un plan de movilidad general, lo lógico sería empezar desde el Tercer Cinturón de Ronda (Tránsitos: Primado Reig, Cardenal Benlloch, Peris y Valero). Teniendo voluntad política, se podría abordar una infraestructura de estas características a través de fórmulas como el Plan Confianza.
Hay que tener en cuenta también que desplazarse en bicicleta no es sólo una opción de transporte, implica una determinada filosofía de vida. Por ello, no sólo es necesario adaptar calles y carilles si no habilitar aparcamientos, permitir que en otros transportes, como el tren, se pueda llevar la bici, etc. Por suerte, Valencia todavía tiene la oportunidad de hacer bien las cosas.
Y para ello, el Colegio de Ingenieros de Caminos quiere ofrecer su colaboración al Gobierno Local para que esto sea posible. Entendemos que en la confección de un plan de movilidad urbano deben estar presentes otros profesionales: sociólogos, arquitectos, ingenieros, ...todos los agentes sociales implicados, en definitiva, como los propios comerciantes, muchos de los cuales no son conscientes (y así lo demuestran numerosos estudios) de que se aumentan las ventas en las zonas peatonales.
El uso de la bicicleta es imparable. Preparemos pues nuestra ciudad para que su uso, además, sea agradable, cómodo y práctico para todos. Por que Valencia todavía puede.
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