VALENCIA-VILLAR DEL ARZOBISPO CON LA PEÑA UPV

Bien amigos, el pasado sábado 2 de abril, me enrolé en la aventura de la Peña ciclista Universitat Politècnica de València. Fui con Paco F. habitual de la peña y conocedor de los entresijos de este enorme grupo de ciclistas en el que se dan todos los niveles posibles. La ruta elegida, Valencia-Valencia pasando por Riba-Roja del Túria, Vilamarxant, Pedralba, Bugarra y Villar del Arzobispo. No es un recorrido exigente en cuanto a subidas, pero como reza el dicho, “las carreras las hacen duras los corredores, no el recorrido”
Como veis en los datos garmin, la vuelta fue por Casinos y Llíria. A las 8 de la mañana nos encontrábamos reunidos en la puerta de la Escuela Técnica Superior de Gestión de la Edificación (antiguamente escuela de aparejadores). No sabría deciros cuanta gente había en la salida para hacer la etapa, pero más de 50 ciclistas seguro. Todo muy bien organizado, control de firmas para la asistencia, furgoneta escoba para apoyo y casi todo el mundo uniformado con el equipaje oficial UPV.

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Aquí la dinámica del grupo es la fragmentación según niveles físicos, como el pelotón es enorme, se forman varios subgrupos a medida que avanza la etapa. Hay una “élite” de unos 20 corredores en un estado de forma inalcanzable para los menos puestos. Gentes jóvenes en general, muy entrenados y se les distingue enseguida por su apariencia física muy profesional y porque no suelen llevar el equipaje de la Peña. De salida se cicló muy rápido y el pelotón empezó a estirarse como una longaniza, siempre alguien en cabeza con ánimos de dar caña. Aquí la concentración necesaria es muy grande, porque si pierdes contacto del gran grupo, es imposible enlazar y hay que ciclar en solitario o esperar a que llegue algún subgrupo rezagado. Puedo asegurar que antes de llegar a Riba-Roja, mi pulsómetro ya me estaba avisando de que el ritmo era fortísimo. De hecho había que elegir cuidadosamente el momento para beber para no quedarse rezagado.

Pasamos Vilamarxant y ya íbamos camino de Pedralba como alma perseguida por el demonio. Al llegar a Pedralba miré la media y ya era de 30km/h. A toda hostia. A estas alturas el grupo ya hacía rato que no era compacto y en cabeza sólo quedaba medio pelotón o menos. Se ve que hubo una escaramuza en un repechón antes de Riba-Roja que fragmentó el paquete sin remedio. Entre Pedralba y Bugarra hubo un tramo de subida donde lo tuve que dar todo para seguir al grupo de 15 que iba en cabeza. Aunque yo lo daba casi al máximo, la élite iba charlando muy amistosamente sin signo alguno de fatiga, estaban aún en el calentamiento. Llegados los primeros 15 ó 20 corredores a Bugarra, se decretó un alto en el camino para alivio de mis pulmones. Había que esperar al resto del grupo. Vi como algunos ciclistas seguían adelante sin esperar al grupo, pero decidí aguantar un poco más a ver qué se cocía a partir de ahora.

Mientras esperábamos, se iban sumando corredores al grupo. Allí me enteré de que la élite iba a hacer una “extensión” de la etapa por Gestalgar, creo, sumándole otros duros 40 km a la etapa que era de 120 km. Les dije que gracias por avisar y que me camino discurriría por el trazado oficial. Ya había tenido suficiente carrera para ese día. La media en Bugarra era de 28 km/h debido a la última subida que había ralentizado la marcha. Llegó Paco.F, que hablando con un colega se había entretenido y habían perdido contacto en la escaramuza de Riba-Roja. Muy felizmente nos separamos de la élite y ciclamos mansamente camino de Villar del Arzobispo.

En este tramo nos juntamos unos 15 ciclistas y pudimos pedalear tranquilamente y charlando, cosa que no habíamos podido hacer desde la salida en Valencia. Hubo tiempo para vídeos, para relevos y para unos improvisados abanicos debido al viento lateral. Aquí el corredor “cadete” nos instruyó en la técnica del abanico. Cadete de talla, no por edad, me comentan. Os dejo aquí algunos vídeos que pude grabar, en los que hay ataques variados, un latigazo de Paco F. para poner firme al personal y la llegada al polígono de Villar del Arzobispo, en el que estaba el bar del almuerzo.

Llegamos al bar la Loma en el polígono. Una gran mesa de la peña ya empezada. Aquí la dinámica es que cada uno almuerce como pueda, ya que el grupo es enorme y resulta imposible hacer las bondades de la mesa todos juntos en comunión. Al llegar muchos ya habían terminado y muchos otros aún no habían llegado. Pedimos los bocatas y los engullimos con gran placer, pues el desgaste había sido notable. Nos atiborramos de líquido cada uno según sus apetencias, birra, vino, carajillos incluso chupitos variados, además de varias teorías sobre la forma en que cada brebaje ayuda a atacar en la bajada…

Al salir del bar más de lo mismo, unos apretando, otros esperando, se produjo una salida fragmentada, así que a los pocos kilómetros, Paco F. y un servidor, nos vimos ciclando en tierra de nadie. Pusimos un ritmo constante sin matarnos, y pasando Casinos conseguimos enlazar con un grupete comandado por el vicepresidente de la peña, muy amigo de las escaramuzas en la bajada propiciadas por el fuel consumido en el bar. Poco que comentar del regreso a Valencia, nos insertamos en el grupo y nos dejamos llevar de bajada hacia la costa…interesante experiencia con la UPV. Si podemos, haremos otra incursión más adelante.

Saludos y a darlo todo cuando se pueda.