Dándolo todo, etapa a medias con medio almuerzo

A falta de equipación oficial, bueno es el negro-noir

Mientras algunos de los compañeros de correrías andaban dándolo todo (no podía ser de otra manera) por tierras ibicencas, los dos miembros no uniformados del grupo (no por mucho tiempo) nos reunimos, ranqueantes, para afrontar una rara y anecdótica etapa.

Las tribulaciones físicas de Marco Cachón sumado a que había tenido turno de noche y el resfriado del que escribe estas líneas no eran los antecedentes más idóneos para realizar una etapa de gran recorrido. Por ello -y no antes de un café en una terraza desierta- decidimos abordar una clásica subida por los toros de Betxí, conocida popularmente como "La Via Merda" a causa de las secreciones de los excrementos de los bóvidos en los días de lluvia… una excusa para lavar la bici o ser expulsado del hogar.

En la subida coincidimos con tres señores cincuentones cuyo físico ya querríamos tener nosotros dentro de unos años… y cabe decir que nunca nadie me había citado una frase de Berthold Brecht para justificar un comentario ligeramente xenófobo a lomos una bicicleta. A punto estuve de quitarme las Oakley y ponerme mis gafas de pasta para dar una réplica en condiciones, pero la ruta siguió sin más conversaciones profundas y guardé la retórica para otras lides.

Tras despedirnos en el descenso que nos llevaría hasta el término de Artana y la font de la Solana para dirigirnos a Eslida se produjo el primer etapus interruptus del día… la marcha btt de Onda.

Allí nos quedamos viendo pasar Cannondales con sus inseparables lefties, dobles, hardtails carboníferas que superan el precio de nuestro coche y algún osado amante de la velocidad con neumáticos híbridos. También Alfredo y Mónica, un par de bikers-escaladores con los que he compartido algunas etapas y a los que no tardaré en invitar a compartir una ruta con Dándolo Todo.

Decidimos seguir por carretera para no molestar el devenir de la carrera y evitar confusiones a los participantes que no conocían en exceso la ruta (algunos clamaban por una trialera).

Seguimos hasta Eslida con marcha relajada propia de la carretera mientras uno de los componentes insistía en un pique contra un adolescente con bici de carretera que dió un poco de emoción antes del medio almuerzo… y es que tan tranquila etapa no se merecía un atracón vista la sorpresa que tenía guardada para Cachón…

aplaudan la rima… aplaudan…

Después del medio menú probamos una cosa que ya hace tiempo tenía ganas de intenetar: la subida de las escaleras romanas… y gracias a la combinación de un charco y a la superficie pedregosa di con mis huesos en el duro suelo ante la mirada atónita del compañero.

El resto de la subida bien, tiene un par de curvas que requieren jugar con el peso del cuerpo para superarlas pero nada más, es una subida bonita que deja en evidencia al aburrido asfalto… volveré (para no caer).

Poco más en una etapa que tuvo más subidas que bajadas, las cuales no pude registrar debido a la negativa de la batería de la GoPro a dar más de sí. Tampoco dio más de sí el freno trasero de Marco, que nos dio un concierto en los últimos km. que haría palidecer al mismísimo Bach.

Aquí os dejo el vídeo con magna banda sonora… y título equívoco (sobra Aín) pero son cosas del directo.



Total, 38 kilómetros a un ritmo suave para uno de esos días que no estás para muchos trotes… aunque la mañana siguiente cayeron 65 km. con descensos vertiginosos… pero esa, amigos, es otra historia.