TRACK STRAVA
A las 19:45 horas Quico llegó presto con la mochila cargada cual sherpa burrianense al punto fácilmente reconocible gracias a una megalítica (y completamente innecesaria) escultura de un cítrico. Antes de las 20 ya estábamos dándole a los pedales y comenzando la ruta cuando muchos otros la suelen terminar, la puesta de sol andaba próxima. Dirección Betxí por caminos, alargamos por Peñas Aragonesas ¿quién dijo prisa? y a emprender la subida a Cocons, el primer “coco” (valga la redundancia) del día.
La Epic en la cima Cocons a horas intempestivas
No importa que sea de día o de noche, por algo la subida desde la vertiente de Artana se ha ganado a pulso su sobrenombre de “el Angliru” gracias a sus últimas rampas para completar aproximadamente 23 km. de ascenso desde la salida. Coronamos felices, ya en completa oscuridad, y empezamos el descenso hasta Eslida a la que llegaremos por las escaleras romanas. Ya es de por sí es un tramo divertido, pero de noche y bien pertrechados de iluminación, es espectacular.
Nadie se espera a dos ciclistas a las 22:15 en Eslida, llegamos a la Orxatería Suvi a acompañar los bocatas con un par de cervezas y un carajillo (descafeinado para un servidor) donde compartimos experiencias con Charly, el propietario, dado a participar en carreras y triatlones al que le damos envidia de la buena… bueno, no demasiada ya que nos queda por delante el Coll de Barres y la noche es oscura como los cojones del perro de Quico. Hace calor, pero con el factor sol eliminado todo es mucho más llevadero, aunque no contábamos con el sueño, poco habitual fuera de los clásicos momentos del madrugón.
Poco más se veía a estas horas…
El ascenso después de la cena es progresivo y agradable, a medida que empiezas a ganar altura y pese a ser una noche sin luna empezamos a distinguir las luces de las poblaciones, de las antenas y de algo que identificamos como Las Vegas y creemos que debe estar infestado de prostíbulos y garitos de baja catadura moral… ¿o es un espejismo nocturno?… habrá que comprobarlo.
Coronamos 50 minutos después de empezar el ascenso, buen ritmo a pesar de ser de noche, acaban de dar las 12 y disfrutamos un poco de la poca visibilidad de la cima de unos 900 metros, comienza el descenso por pista hasta Ain donde albergamos escasas esperanzas de que el bar de la plaza esté abierto para recibirnos con una merecidísima jarra de Voll Damm. Pero al llegar nos recibe el silencio y una agradable temperatura que invita incluso a dormir a pierna suelta al aire libre sin el calor sofocante de la plana, 15 km. más abajo.
Nuestro gozo en un pozo, buscamos la fuente para llenar agua y descendemos como balas por carretera, ni una alma, un par de coches buscando algún lugar por los caminos para practicar con jovialidad el noble arte del fornicio interrumpidos por el paso de dos bikers insomnes. Descenso por la ermita hasta La Solana hasta encontrar la bajada que nos llevará hasta Aigües Vives, la aventura toca a su fin, 4 horas y 15 minutos de pedaleo efectivo (desde La Vilavella) y 67 km., algunos más para Quico, que viene desde el Puerto de Burriana y a buscar la cálida e hirviente cama donde el calor abrasador nos dará una noche interrumpida de sueño sudoroso.
Mentira cochina, caigo cual peso muerto después de la ducha y cuando abro los ojos ya son las 6:30 y me encuentro como una rosa, una rosa hambrienta que sumerge la leche en la caja de cereales. Dos horas después vendrá el bajón y el primer café que me tengo que tomar en el curro… no está mal contando que quien escribe estas líneas no toma café salvo sonadas excepciones.
Repetiremos, sin duda, 4 horas (o 5) nos parecen suficientes para un día normal aunque, ¿de qué seremos capaces un viernes o sábado por la noche con 8 o 9 horas por delante?,
Menos mal que nos queda la siesta…
Sois unos cracks! Grande la crónica Rubén!
ResponderEliminarbien por esas nocturnas...
ResponderEliminarMuy bien, ánimo a seguir con esas etapas nocturnas¡¡¡
ResponderEliminarla primera nocturna fue en julio de 2015. luego vendrían muuuchas más.
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